miércoles, 21 de enero de 2009

El gran sueño

Desperté, había soñado contigo. Fue increíble, porque era de esos sueños que son reales, en la que las sensaciones son ciertas. Me tomabas la mano, hablábamos de tu y yo, del mundo y el cómo arreglarlo, cada uno con sus diferencias, pero lo hacíamos.

Luego te besaba, no esperabas la reacción pero te dejaste guiar, era el primer beso entre los dos, el primer aliento de vida; tierno, inocente y torpe, pues los nervios me mataban. Luego, tú te lanzaste a hacerlo, tus labios y los míos continuaban disfrutándose, sintiéndose, conociéndose. La risa no nos dejaba, y la gente de aquel bar donde estábamos nos miraba, pues reíamos como si acabara de contar el chiste más gracioso del mundo.

Luego de tomar mi bebida favorita, y tu una cerveza me guiabas hasta la salida, allí corríamos como locos por las avenidas, todo por cruzar para llegar al lugar donde ambos queríamos entregarnos los cuerpos, sentirnos, desnudarnos, besarnos, acariciarnos, penetrarnos, olernos, escucharnos, expresar lo que sentíamos una y otra vez…

Pero por desgracia fue un sueño, aunque tan real como nunca lo había sentido, tan real, que cuando me di la vuelta estabas acostado, en mi cama, y después de un largo beso y un tierno abrazo, entendí que preferí dormir por siempre para estar a tu lado.

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