miércoles, 21 de enero de 2009

Tierra de nadie

Anónima me encontraba en este sitio, en este monstruo de cemento que me tiene atrapada en su interior, la conozco y la ignoro al mismo tiempo. Todos los días me transporto en la misma ruta, de sur a norte, pero siempre van distintos personajes… hombres, mujeres, niños y niñas, que se dirigen a su trabajo, a su estudio, a su rutina que los carcome y consume día a día.

Y en medio de ellos y ellas ando, a veces los escucho hablando por su celular: -“En cinco minutos llego, es que hay un trancón que no imaginas”- a veces los empujo porque suelen hacerlo para anunciar su parada a tiempo; a veces maldigo al niño que se sube llorando porque su madre no le compró un dulce; pero todos desconocidos para mí.

Por eso ando en la tierra de nadie, aquí ninguno se percata de mi felicidad, de mis tristezas, de mi llanto… los pocos que lo hacen son pasajeros del bus del tiempo, del bus de la nada; que me observan y a veces ríen conmigo, o me miran con cara de tristeza… Aquí transito, todos los días, con el riesgo de ser golpeada, empujada, robada, pero con la certeza de ser una desconocida, una más en esta tierra, la tierra de nadie…

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