Un cordón cae de su cabello, largo, negro, brillante y lleno de horquilla. Se le había caído la cinta blanca que adornaba su esbelta cabellera y yo debía aprovechar para hablar con ella. La había visto tantas veces, cuando pasaba frente de su tienda, pero no me atrevía a decirle nada, hasta hoy, la oportunidad perfecta. Mientras el lazo caía, vi una mano que lo recogía, no era mía, ¿quién es?
Era la soledad, su gran compañía…
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