miércoles, 21 de enero de 2009

La gran historia

Parte I
Se había acercado a mí, sudaba, su rostro me mostraba una gran angustia, tan extrema que contagiaba; sus ojos, llenos de vetas rojas me miraban suplicantes, de su nariz emergía una mucosidad que se mezclaba con lágrimas que emanaba de aquellos órganos que le permitían detallar al mundo, y su boca me gritaba suplicante.

Yo no sabía qué hacer, desde que había escuchado sus palabras mi cuerpo parecía haberse congelado en un instante eterno, no me movía, creo que no respiraba, pero sentía muy fuerte los latidos de mí cansado corazón.

O alguien me puede decir que hacer cuando a gritos te suplican: máteme por favor.

Parte II
Final 1
Yo lo había hecho sin intención; él que no quería suicidarse porque era pecado; agarró mis manos, las podía mover a su antojo porque mi cuerpo no reaccionaba a las órdenes del cerebro, me hizo sostener un cuchillo. Desesperado gritaba: -“Clávamelo, no merezco vivir, pero rápido”- Y así fue como, cuando estaba alzando el brazo mi corazón se detuvo, y un suspiro eterno me indico que mi cuerpo había muerto.

Final 2
Ya no sabía qué hacer, su rostro suplicante me daba lástima, aborrecía verle así, quería matarme, ya no quería oler su sudor, escuchar sus gritos, mirar sus lágrimas que dejaban rastro en su cuerpo, sentir sus manos golpeándome. –“YA NO MÁS”- le grité, y al sentir que mi cuerpo reaccionó le empujé, fue así que mis sentidos y mi espíritu descansaron, al verle caído, sin respiración, y tan tranquilo, porque su alma y su cuerpo se escaparon del mundo, del maldito mundo al que nunca fue aceptado, al que nunca le había amado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Se reciben toda clase de comentarios...