Su hermoso rostro me miraba, pero yo sentía miedo, porque era una mirada penetrante, dura, parecía que leyera mis pensamientos. Yo, que rogaba al destino porque dejara de observarme, ya que mi mente se abría a él, de un momento a otro empecé a recordar toda mi vida, desde que estaba en el vientre de mi madre, allí, ese confortable lugar de donde no quería salir, luego salté a mi infancia, llena de juguetes y de peleas con mis hermanos, luego a mi primer día de colegio, de universidad, mi primer trabajo, mis amores, mis odios, todo, me sudaban las manos, la cara, todo daba vueltas a mi alrededor…
Hasta que descubrió…. Era su reflejo en aquel espejo llamado presente.
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